La pacha soja

Pic by Neil Palmer (CIAT). Soy beans growing in Santa Cuz, Bolivia.

“Miro por la ventana
cómo la Pacha se torna roja
todo se desangra
entre herbicidas y soja”
Tere desde el bus en algún lugar de la ruta llegando Ciudad del Este

Estamos en este momento atravesando la ruta desde Asunción hacia Ciudad del Este. Maricarmen, nuestra coordinadora en Paraguay, nos señala toda la soja que crece a la vera del camino. Antes, en el Centro Cultural de España Juan José de Salazar, habíamos estado conversando con Ricardo Canese y el ex presidente del SENAVE, destituido por el dictador Francisco Franco, quienes comentaban los problemas de la instalación de Río Tinto Alcan y del ingreso de la soja genéticamente modificada para resistir al glifosato de Monsanto y su estrecho vínculo con el golpe de Estado.

Río Tinto Alcan es un emprendimiento privado para la fabricación de aluminio, basada en la importación de todas las materias primas y uso excesivo de la energía generada en Paraguay. No me voy a extender en todos los detalles que mencionó Ricardo Canese, pero su exposición giró alrededor del consumo energético que supone la instalación de la planta y la escasa ventaja económico-social que traería para Paraguay. La crisis energética actual, que es en muchos aspectos causante de la crisis económica mundial, se cobra sus víctimas en las diversas formas de colonialismo que todavía existen en los países de América Latina. Paraguay tiene que subsidiar una empresa que en otras épocas hubiera resultado directamente inviable por los costos asociados, sólo en virtud de que tienen una reserva de agua potable inmensa que genera que su principal modo de producción energética sea la energía hidroeléctrica. Por supuesto, eso no podría hacerse en Europa o en Estados Unidos, porque el costo actual de la energía es extremadamente caro y hace poco rentable el emprendimiento. En síntesis, por primera vez los países pobres consumen porcentajes cada vez más altos de energía (que pueden producir), mientras que los países ricos están consumiendo cada vez menos.

Crisis energética, crisis ambiental… todos esos campos que nos muestra Maricarmen, ahora sembrados de soja, fueron en otra época un bosque nativo que se desmontó y desmanteló para poder sembrar soja. El desmonte trajo pobreza para los campesinos tradicionales y los indígenas que vivían de la recolección.

La pregunta que siempre aflora es: ¿y eso qué tiene que ver con la cultura libre? ¿Por qué deberíamos politizar nuestra reflexión sobre la tecnología vinculándola con cosas que, en apariencia, no tienen nada que ver con ella?

Nos encontramos en una encrucijada en la que ambas crisis (la energética y la ambiental) pueden tranquilamente acabar con nuestras formas de vida tal como las conocemos; incluso peor, puede ser que al final del camino no quede ninguna forma de vida humana. Los amigos de la cultura libre nos debemos una reflexión sobre los modos de producción de todos los elementos tecnológicos que posibilitan nuestras redes y nuestras comunicaciones.

¿Estamos dispuestos a aceptar sin cargo de conciencia que la accesibilidad a la información implica que los pobladores de Famatina de Argentina tengan que aceptar la instalación de la minería a cielo abierto? ¿Somos conscientes de que la utilización de servicios centralizados de comunicación como las redes sociales en línea suponen un consumo energético de más del 10% anual del consumo energético total, lo que deriva en contaminación ambiental? ¿Cuántas veces reflexionamos sobre el impacto que nuestras comunicaciones, nuestro estilo de vida tan apegado a ciertos artículos electrónicos, o mismo los servicios concentrados de la red, suponen para el medio ambiente y para otras formas de vida distintas a la nuestra?

Estas dos crisis que estamos atravesando nos invitan también a ser creativos. Tenemos que pensar modos de mantener los enormes potenciales y ventajas de las redes de comunicación y de la infraestructura tecnológica actual, pero adaptándolas a un modo de vida que no persiga necesariamente el desarrollo infinito, el crecimiento perpetuo, porque es un ideal imposible, y quizás ni siquiera sea un ideal.

¿Cómo puede ayudarnos la tecnología a resolver los problemas que la misma tecnología generó? ¿Cómo hacemos para aprovechar todo lo que ya sabemos sobre el mundo, sobre los objetos, sobre las personas, para escapar de este camino violento en el que nosotros mismos aceptamos colocarnos?

Uno no puede dejar de sentir cierta contradicción permanente cuando inicia el camino.